Las tijeritas del cole. (EDUCACION SIN RECORTES, YA)
Todos hemos manejado, en los viejos tiempos, las famosas tijeritas de punta roma que, supuestamente, cortaban igual el papel de nuestros trabajos manuales pero no hacían pupa en nuestras inexpertas manos. Lástima que el gobierno no las esté usando en sus recortes. A lo mejor, con ellas, encajábamos de otra forma la ausencia de sustituciones, la merma de personal, la disminución de remuneraciones del profesorado, el aumento de chavales en unas aulas ya bastante repletas, el nuevo IVA de las libretas y los lápices, las nuevas condiciones de los comedores, el fin de planes educativos como el de las nuevas tecnologías, la desaparición o reordenación de las becas, los tres eurillos de la fiambrerita con el pollo empanado y tantas y tantas “novedades” y ajustes que no hacen otra cosa que degradar el sistema educativo y, por ende, el futuro de alguna que otra generación.
Pero, desgraciadamente, la tijera que nos persigue sí que tiene puntas afiladas. Se clava inmisericorde en nuestros deseos y aspiraciones. Padres, niños, maestros, esperamos con ansiedad saber qué nos deparará el nuevo curso. Nos duelen, nos escuecen, cada una de las supuestas mejoras (recortes) del sistema. Será por aquel viejo aforismo que cualquier mamá sabe declamar ante la rodilla herida de su hijo: “Si te pica es que se está curando”.
Claro, ¡cómo no lo habíamos pensado antes! Todo es por nuestro bien. Hay que abrocharse el cinturón más allá del último agujero, prescindir de todo lo superfluo: ¿Clases de apoyo? ¿Horas de preparación de actividades? ¿Niños con espacio suficiente en sus aulas? ¿Profesores debidamente remunerados? ¿Dinero para sufragar menús escolares o transportes? ¿Impuestos reducidos para el material escolar? ¿Futuro mejor? ¿Generaciones debidamente educadas y con espíritu crítico e investigador?
Nada, nada. Hay que flagelarse, como decía el romance “donde más pecado había”. Todo el mundo sabe que la crisis se ha producido por las arteras maniobras de unos chavales en sus aulas, de unos maestros hábilmente pertrechados tras los libros de texto, de unos padres luchando por sus hijos… (Todo ello si hablamos de la educación, pero… ¿y los enfermos? ¿y los parados?)
Quizá deberíamos hacer un fondo común para comprar, entre todos, un imán gigantesco que fuera capaz de atraer las puntas de todas las tijeras y, ya con ellas bien sujetas, dirigirlas hacia otros horizontes donde, seguro, habría mucho más donde recortar fuera de escuelas u hospitales. Mientras tanto quizá sea necesario retirar incluso las tijeritas de punta redonda de nuestras mochilas. Primero por su nuevo precio con ese IVA traidor y después por la alergia que todo lo que suene a recorte debería producirnos. ¡Educación sin recortes, ya!
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