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Mi buhardilla. Palabras, reflexiones, sentimientos...

Longevos pero maleducados

Longevos pero maleducados

Uno de los efectos colaterales del verano siempre han sido las “serpientes estivales”. Ignoro hasta que punto las encuestas recientemente publicadas  se pueden considerar así pero, desde luego, deberían hacernos meditar.

Nuestra España araña buenas –excelentes- posiciones en determinados escalones y se despeña en otros de forma preocupante.

Hemos de sorprendernos de que solo Japón y Suiza nos adelantan en buena calidad sanitaria asistencial. ¿Quién nos lo iba a decir? Esa media de 74 añitos que conseguimos vivir en este apéndice sureño de la vieja Europa nos coloca en el trío de cabeza pero ¡ay! la calidad de vida a la que podemos aspirar está ya en el puesto 22. (Siempre sobre cien países). Económicamente nos movemos en el 19, que tampoco está mal. Sin embargo, hay una espina en este florido panorama.

Si en un listado leemos Kazajistán, Cuba, Croacia, Letonia o Eslovaquia, rápidamente saltará dentro de nosotros un resorte impregnado de orgullo nacional y nos situaremos por encima de ellos en ese ranking subconsciente del orgullo patrio. ¿No es cierto?

Nada más lejos de la realidad. Esos países antes citados nos superan en un apartado en el que, si mantuviéramos una escala de valores adecuada, deberíamos estar a la misma altura –o más altos- que en el nivel sanitario: la educación.

A pesar de que “maleducado” no significa en absoluto “persona con escaso nivel de instrucción”, me he permitido titular así este comentario con el fin de llamar la atención sobre la consideración que a la educación, la enseñanza, la instrucción, se da en ciertos cenáculos. Ninguna de nuestras universidades está por encima del puesto 200 en ese listado. Y si así está considerada la cima del sistema educativo ¿qué podríamos decir de las escuelas o los institutos?

Si navegamos por la red el sentimiento parece ser de culpabilidad: los ciudadanos desaprueban ciertas prácticas del sistema educativo, desde el paso de curso con suspensos hasta el poco nivel de exigencia, dicen. ¿Favorecemos realmente que sea el esfuerzo personal del alumno lo que le lleve al éxito?

Todos, por el contrario, están de acuerdo en que la educación es uno de los pilares básicos del desarrollo de un país. ¿Qué sucede entonces? ¿Cómo deberíamos reconducir el sistema educativo?  Difícil asunto que pasa por cuestionar, revisar, replantear… Verbos todos que carecen de sentido si no se conjugan en concordancia con los artífices que lidian en el día a día de la realidad escolar.

Ahora, eso si. Somos los primeros en otro apartado: aquí se come como en ningún sitio.  Doy fe.

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