Mester de Clerecía
En algún viejo cajón debe sobrevivir un pequeño breviario de tapa negra y dura con un Jesús adolescente estampado en oro. Aquel librito ya caminaba hacia un devenir obsoleto en los primeros años sesenta. Claro que yo no lo sabía. Para mi era un pasaporte a tierras extrañas: Trenes que atravesaban viaductos sanos y salvos si los pasajeros eran puros y castos o que se despeñaban en manos de demonios que esperaban a los pecadores al fondo del barranco; bellas damiselas que caían en el depravado horror de la lujuria; sacerdotes que decían sus preces de espaldas a los sufridos fieles…Me gustaba husmear en aquellas páginas con canto rojizo desvaído por el uso hasta que pasó el tiempo y su presencia solo fue un guiño al recuerdo de la infancia olvidada.Las celebraciones religiosas ya eran “cara a cara”; los curas, iluminados con púrpuras doradas, dirigían sus arengas al personal en un castellano relamido que, al menos, no necesitaba del “latín-español, español-latín”. Luego había que comentar sus epístolas y evangelios en los pupitres de la escuela nacional-católica en la que los niños y las niñas, eso si, tenían territorios comanches separados.La Iglesia avanzaba a golpe de rasgueo de guitarra y de monjiles gorgoritos. La sociedad fue soltando amarras del lastre de una religiosidad impuesta por decreto y hasta un Papa firmó la orden de desaparición del limbo y envió al infierno al terreno de lo imaginado. Mas… érase que se era un tiempo nuevo. Varias décadas después acaeció que el Vaticano fue ocupado por aires de cambio. Las misas volvieron al latín preconciliar y Miguel Ángel observó con gesto circunspecto cómo su Capilla Sixtina acogía un rito celebrado frente a su Juicio Final pero dando la espalda a los asistentes. El infierno se hizo carne física y química y habitó de nuevo entre los terrores nocturnos de los pecadores. Quizá en alguna parroquia la banda sonora de la guitarra se heló ante el nuevo horizonte.Presa de una nostalgia desatada, la papal jerarquía- calzada de Prada- vuelve a colocar las fichas en un tablero que creíamos caducado. Todo lo que emane algún ligero efluvio de avanzadilla ha de ser enviado a galeras. (Léase las teorías “descabelladas” de la Liberación, por ejemplo). ¿Separarse la Iglesia del Estado? Nunca, Dios mío. Líbranos de los malos pensamientos. Nada mejor que ser dirigidos por grupos conservadores que ensalcen y proclamen las más rancias verdades de la esencia patria, pues… ellos heredarán la tierra. Y las jerarquías se lanzaron a proclamar sus ideas políticas y a tratar de universalizarlas. ¡Ay de aquel que con su voto pretenda encender la llama de libertades no coincidentes con los catecismos!El Mester de Clerecía ataca de nuevo con armas que creímos olvidadas en la orilla de la historia. Ah, y nada de pervertir a los pobres niños y niñas mezclándolos en libertinas coeducaciones desde edades tempranas. Ya hay sesudos investigadores y centros educativos cercanos a las jerarquías que optan por la separación de sexos en la educación. ¿Qué está pasando? ¡Dios mío, creo que voy a buscar de nuevo aquel pequeño breviario! A lo mejor debería ser mi lectura de cabecera.
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rodrigo alexis mendez pedroza -