Almas sin "Porvenir"
En estos tiempos en que la cultura “de papel” parece flotar entre dos aguas, siempre al borde del precipicio, sus amantes suelen llorar con desconsuelo el final de los templos que la sustentan. Cuando una librería echa el cierre en aras de las grandes superficies que han usurpado su espacio, una pléyade de enfurecidos lectores inundan con su lágrima despechada los medios de comunicación para mostrar su pena y su rabia.
Sin embargo, cuando la llave da la última vuelta en la puerta de un quiosco de prensa, no siempre oímos sus voces. Hace unos días, cuando los oropeles de la cabalgata de Oriente se iban apagando, una institución del Paseo de la Estación nos decía adiós, esperemos que no para siempre. Se llamaba nada menos que “El Porvenir”. Muchos años me ha honrado ser habitual visitante de ese quiosco. Desde los tiempos en que su viejo creador, Pepe, con su mujer Rosa lo lideraban, mis periódicos me han esperado allí, en la vetusta estantería que fue de Galerías Preciados según me contaron ellos mismos. Luego llegaron sus sobrinas de las que Rocío y Juani han sido el último bastión. Día a día, mes a mes, año tras año, “El Porvenir” ha hecho honor a su nombre y ha resistido contra viento y marea los envites de mil y una crisis a base de añadir a su fondo “editorial” de revistas y prensa un colorista añadido goloso de caramelos y chucherías y hasta pan y bebidas en ocasiones.
Ahora desaparece y nos deja huérfanos. Cuando un quiosco muere, algo dentro de cada uno de los periódicos que esperaron en él la mano amiga que los hiciera desperezar cada mañana, muere también. La cultura necesita también de la información y los quioscos son una puerta que comunica con las dos. ¿Se puede ser culto sin estar informado?
Todavía, de forma refleja, mis pasos se dirigen hacia El Porvenir cada mañana. Cuando asomo la nariz por los cristales y veo las estanterías extrañamente vacías, sé que el alma de todos y cada uno de los periódicos y de sus lectores vaga por ellas a la espera de otro renacer. La mía, al menos, está allí.
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Angelina -