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DARYMELIA: Cine S.

DARYMELIA:  Cine S.

Las pantallas de nuestros cines acaban de lanzar un auténtico guiño a la línea de flotación del tiempo con esos “Años desnudos” que rememoran aquellas películas que pulularon por las salas patrias hasta mediados de los ochenta.

Un cartel negro con letras rojas advertía en la escalinata ya perdida para siempre del viejo Darymelia que aquella película que íbamos a “degustar” era CLASIFICADA “S”.

Curiosa historia la del Cine Darymelia. No ya en cuanto a su estructura, construcción o ranciedumbre  sino en la evolución de sus programas.

En los perdidos tiempos de la Transición, cuando las ampollas de la represión empezaron a desbordar su purulento y lascivo contenido, el cine español abrió la puerta a lo que en los solares de la extranjería se denominaba –y se sigue llamando- softcore. Con un periodo de cierto glamour cuando se presuponía que estábamos ante una sala de pretendido “Arte y Ensayo”, la caída en los morbosos brazos de la “S” fue apoteósica. Los grandes éxitos del deshabillé circularon por nuestro Darymelia a golpe de cámara de  Jesús ( O Jess) Franco, del escondido entre mil seudónimos Ricard Reguant (hoy director de fastuosos musicales teatrales) o a los repletos talonarios, por ejemplo, de Balcazar.

Los encantos de Patricia Adriani, Barbara Rey o  Susana Estrada  nos hicieron suspirar en los tempranos despertares juveniles –quizá mucho más tardíos que los actuales- vestidos –quizá mejor desvestidos- con títulos de vergonzosa pronunciación y que quizá escritos sean más digeribles:  “Sueca bisexual  necesita semental”, “Con las bragas por los suelos”. “El higo mágico” o el famoso “fontanero, su mujer, y otras cosas del meter”.

Aun así, apartando la tórrida tentación previa al pecado luego confesable, hurgo en mis recuerdos darymelianos y me topo de bruces con aquella “Mujeres Enamoradas” más decantada hacia el lado “arte y ensayo” que hacia la libidinosa “S”. (Women in Love. Ken Russell) inadvertida entre miríadas de Enmanuelles y otras Nadiuskas de nacionalidades varias. También la pantalla del perdido Darymelia acogió con arrobo algunas de las películas del llamado “Cine Mondo”, una vuelta de tuerca a las excentricidades de la sociedad humana capitaneadas por Gualterio Jacopetti, por no mencionar el sangriento “Holocausto Caníbal”.

Aquella “S” que nunca sabremos qué significaba (¿Sexo?, ¿Sensibilidad?) acabó a manos de Pilar Miró, curiosamente la misma que fue capaz de programar en la Televisión Española única y defensora de la esencias, aquel “Cine de Medianoche” que comenzaba después de cortar la emisión con su cartita de ajuste y todo.  Geniales sus dos primeras adquisiciones: “Deliverance”, de John Goodman y la archicomentada en baretos y esquinas “El imperio de los Sentidos” de Nagisa Oshima.  Para mucho daría la emisión de “Interior de un convento”, de Walerian Borowczyk, que provocó dimisiones en la cúpula de RTVE y airadas protestas eclesiales.

Curioso mundo aquel de un cine ya superado en todas sus hormonales efervescencias, aquel cine más allá del destape, que recaló en nuestra calle Maestra bajo la histórica marquesina del Darymelia y ahora vuelve a nuestra memoria. 

1 comentario

Abraham -

Buen artículo del cine en el Darymelia. Entro en tu casa desde "Jaén. Bella ciudad de luz". Un saludo y gracias por tu comentario en este blog.