Becas, orlas y graduaciones. (PARA ALBA EN EL DIA DE SU GRADUACIÓN)
Pasear por las cercanías de centros educativos en esta época puede hacernos escuchar pinceladas de discursos de directores, rectores y demás autoridades del gremio en los que se glosa el paso por esa institución y se desea a los alumnos y alumnas que están a punto de dejarlos una nueva vida llena de éxitos.
La parafernalia puede incluir orlas, becas, bandas, proyecciones nostálgicas, recitales y todo tipo de confraternizaciones.
Los parvulines recogen la foto con su toga mientras las mamás y papás no pueden contener la lágrima al presionar el play de la cámara que inmortalizará a sus vástagos subiendo el primer escalón.
Llegará luego el fin de la primaria y, a la vuelta de la esquina se acabará la secundaria, el bachiller o la carrera. En todos esos momentos el niño o la niña, el adolescente o el joven tienen conciencia de que van creciendo, de que algo les empuja hacia el siguiente peldaño, de que sus responsabilidades aumentan y de que no hacen sino acercarse al mundo adulto con más velocidad de la que ahora desearían aunque llevan siglos queriendo “ser mayores”.
Pero todas las escaleras llegan a un último rellano. Y si el último lustro, por hacer una media, se ha visitado tal o cual Facultad, este será el postrer acto de despedida. El adiós definitivo a eso que se llama “estudiar”.
¿Y qué viene después? Nadie nos recordará ya, año tras año, que seguimos cumpliendo tiempo. No habrá foto de graduación ni aplauso con apretón de manos al Jefe. Ese será el momento en que muchos descubrirán que hay que empezar de cero, que los tutores, los jefes de departamento, la “Seño” que consolaba nuestra pena o el severo catedrático inaccesible forman ya parte de un pasado descolorido que se queda pintado en el telón junto al que vivimos cada día.
Ahora están ya frente al verdadero problema, ante el objetivo que provocó todo el proceso: el mundo laboral, la oposición, el rodar hasta conseguir sujetarse a la rama que impide precipitarse al abismo.
Y ahí se graba a fuego el verdadero éxito o fracaso de nuestros sistemas educativos. Beca a beca, orla a orla, banda a banda sorteamos sus pasadizos hasta encontrar la salida. Un final que sólo era el verdadero comienzo. Toca empezar de nuevo.
Como habrás adivinado, Alba, estas palabras son para ti. Ojalá que la vida te sonría y que la economía de este maltrecho país mejore en tus manos. Sé que lo intentarás. La foto de esa graduación que te abre la puerta del futuro quedará para siempre en el álbum de los deseos. Cumplirlos será cosa tuya. Vuestra. El mundo os necesita. No le falléis.
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Fer -