Desde el zaquizamí
En el viejo caserón por el que divaga mi cuerpo, en el último piso, en la frontera con la primera nube del universo conocido, este zaquizamí es mi refugio.
En él puedo dormir con los ojos abiertos; soñar con las pupilas apagadas; dejarme caer hasta lo alto y precipitarme lentamente hacia lo más profundo. El zaquizamí es mi más preciada posesión. Sus paredes son blandas como la nube que me saluda en el crepúsculo. No hay vidrios en los ventanales. El aire ejerce su más sutil función a mi alrededor. Nada es como lo imaginaste cuando entras en mi zaquizamí. Estás invitado, invitada... toma asiento junto a mi sueño y mírate a ti mismo reflejado en mis ojos. Ven a la magia del zaquizamí. Sube despacio la escalera. La puerta está abierta para ti...
1 comentario
Fer.A. -
Un abrazo, Fer.A.