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Mi buhardilla. Palabras, reflexiones, sentimientos...

Educadora confianza. (¿Confiamos en nuestros maestros?)

Educadora confianza. (¿Confiamos en nuestros maestros?)

Entre la tórrida afluencia veraniega de noticias, quizá ha pasado inadvertido para la mayoría el resultado de un informe sociológico de Metroscopia que pretendía mostrar las instituciones en las que los españoles ponemos  -o no- nuestra confianza.

Al final del listado aparecen políticos, obispos, bancos, sindicatos, las televisiones y la justicia. Ninguno de estos estamentos consigue aprobar. Rozando el sobresaliente, aunque solo con un notable alto, aparecen los científicos, las universidades, la sanidad, la policía y el Rey.

Luego, en las mediocridades de la medianía aparecen los periódicos, la radio, algunos empresarios y… los funcionarios.

Al llegar a este punto no puedo por menos que preguntar a quien se acerque a estas líneas si no echa de menos a algún oficio en ese listado. Si. Una profesión por la que han pasado todas las demás. Un grupo de personas que siempre se ven señalados con el dedo cuando la sociedad detecta alguna carencia entre sus ciudadanos. ¿De quién hablamos? De los sencillos, humildes, olvidados e insignificantes MAESTROS.

Con sincero dolor observo que los miles de personas encuestadas olvidaron mencionar a esos seres que les abrieron un poco los ojos del conocimiento. No es que les otorgaran un puesto inmerecido en la lista, no. Sencillamente los ignoraron.

¿Qué ha pasado en nuestro entramado social para que una colectividad como la educativa desaparezca de la consideración general?

Si nos incluimos en el grupo “funcionarios” –que si aparecen en el estudio-, llega el cruel estigma de la molicie permanente. Diríase que solo en las más altas esferas de la educación, en los tabernáculos universitarios, se alcanza el reconocimiento social. Las pobres escuelas y colegios, las aulas del día a día y con ellas los sufridos maestros que las habitan parecen hibernar en el recuerdo sin que nadie rumie el efecto, quiero creer que beneficioso, que de ellas obtuvieron los encuestados. ¡Qué confianza va a despertar quien te acompañó mañana tras mañana a descubrir que los intricados pasadizos que pueblan tus neuronas son capaces de despertar y descubrir todo lo que luego conformará tu vida!

Las muchas veces que hemos afirmado que enseñar es algo mucho más profundo y valioso que el mero catálogo de conocimientos; las mil y una ocasiones en que nos hemos visto reflejados en la inquisitiva y curiosa mirada de un niño; la lucha constante por abrir caminos o tender manos abiertas parece que no ha sido suficiente. ¿O sí? ¿No es acaso el maestro la primera persona en quien confiamos cuando abandonamos con lágrimas en los ojos la protectora sombra del hogar?

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