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Planes, pandemias y pupitres. Un curso escolar marcado por la gripe A.

Planes, pandemias y pupitres. Un curso escolar marcado por la gripe A.

Hoy  se abren de nuevo los centros escolares. Los alumnos disponen aún de varios días para incorporarse al periodo lectivo que les espera. Quizá más de los que sospechan. Los noticiarios televisivos y radiofónicos, la prensa y cualquier otro sistema de comunicación que se precie nos está bombardeando estos últimos días con multitud de planes de ataque y prevención que las mayores empresas del país (Endesa, El Corte Inglés, La Caixa, etc) han elaborado para que la pandemia de gripe A no afecte en sus clientes y trabajadores o al menos minimice los riesgos de contagio y evite problemas empresariales posteriores.

Se reducirán las reuniones entre el personal, se preveen planes especiales de sustitución para aquellas personas  afectadas que necesiten bajas laborales  y se disponen medios para que sus empleados puedan controlar, en la medida de lo posible, la infección.

Dentro de apenas diez días la totalidad de la población escolar (niños y niñas, profesorado, personal de servicios) se encontrará de nuevo en sus colegios, escuelas o  institutos. ¿No son, acaso, los más desprotegidos? ¿Recordará un chavalín de seis añitos que no debe toser, ni estornudar si no es con un pañuelo de papel en la boca? ¿Llegará concienciado de no acercarse demasiado a sus amigos? ¿Podrá jugar inocentemente con ellos? ¿Podrá dar su clase normalmente la maestra embarazada que sabe que en cualquier momento se le acercará uno de sus alumnos o alumnas y la llenará de besos y abrazos?

¿Existe un plan de ataque, prevención y soporte para que los colegios no se conviertan en cadenas de transmisión de la pandemia? ¿No se debería proceder primero a la vacunación del personal, del alumnado y luego abrir los centros escolares? Quizá la respuesta a esta posibilidad no pase por “sentimientos” sanitarios sino simplemente económicos o sociales. ¿Qué haría la población escolar en casa durante, por ejemplo, dos o tres semanas más hasta la llegada de las vacunas? ¿Soportaría el tejido social, es decir, los padres con su trabajo diario, esta nueva vacación forzada? Pues… quizá mejor de lo que algunos gobernantes sospechan. ¿Quién sino un padre o una madre puede desear con más fuerza  apartar a sus hijos del posible contagio?

Hace unas pocas fechas, un colectivo sindical solicitaba que se permitiera a las profesoras embarazadas incorporarse una vez controlada la situación. Se denegó tan “descabellada” petición. ¿Por qué motivo?

Se tardó en incluir al personal docente en los posibles grupos de riesgo ante la gripe A ya que en un primer momento no se les mencionó siquiera. Solo en algunas Autonomías se ha reconocido que está en estudio una alteración del calendario escolar. En otras se disparan todas las alarmas solo con sospecharlo. Dicen que el virus es amante del fresquito otoñal y más aun del cercano invierno. Es en ese clima donde más se propaga. Seguramente ya tendrá preparada su solicitud para ingresar en nuestras aulas, que se abren precisamente cuando el verano dice adiós. Si nadie lo remedia aparecerá en nuestro libro de matrícula como un colegial más. ¿Qué haremos con él? Que la divina providencia, aunque sea laica, nos proteja.

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