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Mi buhardilla. Palabras, reflexiones, sentimientos...

El cuarto de las ratas o el cole "low cost".

El cuarto de las ratas o el cole "low cost".

 

Dicen que en Extremadura los centros escolares han recibido una circular en la que se les pide que midan todos sus espacios. Dicen también que ese afán por saber al centímetro la superficie educativa disponible se debe a la necesidad de conocer cuántos niños más se pueden apiñar y apilar en cada uno de esas estancias.

Desde luego es un despilfarro que existan aulas en los que los chavales puedan escribir sin dar codazos al compañero. Que un colegio tenga desaprovechadas instalaciones como el cuarto de las escobas o el hueco de la escalera no son de recibo en estos tiempos.

Ni siquiera el nunca descubierto “cuarto de las ratas” con que a muchos nos amenazaron en tiempos pretéritos se libra del zafarrancho. Además, convivir con otras especies aunque sean roedores siempre  es positivo para la socialización.

Si el chotis ¿o era el tango? se baila sin salir de una baldosa, aprender a leer, dividir o analizar verbos no debe de necesitar mucho más.

Hay que rentabilizar los espacios. ¿No serán excesivamente grandes las mesas de cada alumno?

Si se sustituyen por pupitres, en el mismo espacio habrá lugar para el doble de niños. La solución de pupitres-litera también sería factible. Se podría optimizar el rendimiento de las instalaciones reunificando los distintos cursos del mismo nivel en una misma sala. En centros antiguos con techo alto, el pupitre-litera podría tener tres pisos, rememorando los viejos cuarteles en los que se formaron las heroicas generaciones que nos precedieron. Menudo ahorro de electricidad.

Se impone el modelo low-cost también en educación.

Al fin y al cabo, ¿dónde impartían sus clases los aclamados sabios griegos de la antigüedad? Sí, en mitad de la plaza. ¿Y no era la suya una enseñanza de calidad?

Pues aprovechemos la enorme infraestructura con que nuestro país cuenta en plazuelas y calles. ¿Cuántas terrazas y veladores de bares y cafeterías están desaprovechas a ciertas horas? Usémoslas al estilo griego. Niños a la calle, al ágora. Y maestros paseando entre ellas impartiendo sus materias al saludable aire libre. Todo serían ventajas. Hasta se podrían clausurar los baños de los colegios ya que los hosteleros permitirían al alumnado usar los suyos. ¡Cuánto ahorro se conseguiría en agua, papel higiénico, jabón, etc.!

Dicen también que en ciertos lugares se van a suprimir todos los materiales complementarios. Nada de cuadernillos de ortografía o cálculo. Nada de fotocopias. Volvamos a la esencia. ¿Serán necesarios próximamente todos esos libros con que ahora cargan nuestros hijos? Álvarez ya encontró la solución hace décadas: todo en uno. La gran idea se llamaba “Enciclopedia” y permitía otro enorme ahorro al bolsillo familiar.

Esperemos que estas inocentes ironías no terminen asaltando la realidad. ¿Sustituirá el práctico pizarrín de usar y borrar a los caros cuadernos que tienen el vicio de acabarse?

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