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Luis & Mariano (Bárcenas y Rajoy: La víspera)

Luis & Mariano  (Bárcenas y Rajoy: La víspera)

 

Quienes ya peinan plata recordarán a aquel cantante de ofrecía “violetas imperiales” a Carmen Sevilla en los años cincuenta. Luis Mariano se hacía llamar. Triunfó en variedades y operetas en otra España ya perdida. La historia, sin embargo, da muchas vueltas y  hoy en día  existen también artistas de vodevil que nos hacen  ¿disfrutar? con sus andanzas.

Luis y Mariano. Mariano y Luis, como unos renacidos Tip y Coll llenan las páginas de los periódicos –no precisamente las de ocio- con sus dimes y diretes; sus acusaciones y sus huídas  hacia adelante; sus medias verdades y sus silencios.

Como aquella pareja de puntiagudo humor, Luis y Mariano se enfrentan al grito de “la próxima semana hablaremos del gobierno”. Pero solo uno de ellos cuenta sus correrías de golfo enamorado supuestamente de millones y millones comisionados al aire de las obras públicas. La otra parte del dúo se asemeja al primigenio Milikito, mudo y con sonrisa disfrazada.

Luis y Mariano se lanzaban mensajes de cariño, apoyo, soporte y ánimo hasta anteayer. Pero las adhesiones se balancean siempre al hilo de lo  inquebrantable hasta que un soplo de la brisa que unos sobres hacen al agitarse en manos de quien los distribuye hace que la balanza caiga hacia Soto del Real.

Luis acusa. Mariano calla.  Y los fans sopesan, atisban entre cuadernos B y apuntes manuscritos. ¿A quién creer?  ¿A quién aplaudir?

Estamos a vísperas. Mañana es el gran día. Los guionistas de la pareja están terminando su nuevo show. No actuarán juntos. Luis lleva semanas emitiendo pequeñas piezas teatrales de suspense. Mariano apura los últimos folios de un monólogo en el que deberá contrarrestar el éxito de su antigua pareja. Usará “morcillas” económicas, alabará las gestas gubernamentales, gritará del lado de la ley… Pero el público no aplaudirá si no nos deleita con un verdadero “tete a tete” con Luis. Mariano siempre se ufana de su honradez transparente. Ahora, mañana, puede ondear la bandera de la verdad y dejarlo todo aclarado.

Dicen los agoreros que no será así. Tendremos que esperar. Eso sí, como cantaba el auténtico Luis Mariano, “Con la verdad no se juega, ¡ay, canastos! que es peor.

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