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Mi buhardilla. Palabras, reflexiones, sentimientos...

GENERACIÓN PUENTE

GENERACIÓN PUENTE

 

Hubo una vez una España dormida en el viejo laurel de la autocomplacencia, un Jaén adocenado en las mieles de un progreso inexistente, un tiempo oscuro –dicen los  cronistas- que esperaba luces de libertad y gritos de futuro. Y, en mitad de esa vorágine imparable, una generación que terminaba su formación en el “moderno edificio con aires ministeriales” –curiosa frase publicada con motivo de su inauguración varios años atrás- que alberga el Colegio Marista Santa María de la Capilla.

Chavales que se lanzaban al ataque universitario en aquel mítico 1975 que tanta cola trajo en los libros de historia. Una promoción, la XVII, que fue el puente hacia aquella esperanza que nacía entre miedos y zozobras. Un mundo nuevo parecía estar brotando no ya a nuestro alrededor, sino incluso en ese íntimo rincón que nos avisaba de que ya nada sería igual.

Abandonamos el colegio que nos acogió durante la niñez y la adolescencia con el «Esto rupes inaccesa» grabado en lo más hondo y nos lanzamos a construir la nueva medicina, el nuevo derecho, la nueva educación, la nueva ingeniería… ese “mundo nuevo” que nuestra paisana Karina había defendido poco antes en Eurovisión.

Ya ahora, cuando parece que aquel mundo soñado no fue tan feliz como decía la canción, el germen de aquella “Generación Puente” se reúne de nuevo para tomar el pulso al recuerdo vestido de nostalgia, poner sobre la mesa lo logrado y saberse ungidos por la varita de la amistad ininterrumpida.

Bajo la tutela organizativa de Héctor Entrambasaguas, Marcial Mariscal, Jesús Pajares, Rosendo Zabala y Manuel Mollinedo, almas de la iniciativa, aquella pléyade de niños que parecen aun posar en la escalera central del colegio, vamos a revivir en breve no ya aquellos recuerdos colegiales que, en el fondo, nos marcaron para siempre y conformaron nuestra manera de ver y enfrentarnos a la realidad, sino también el recorrido hacia el que nos llevó ese puente que comenzamos en el 75 cuya meta está aun sin definir del todo.

Revisitaremos lugares, recuerdos y conciencias. Pasearemos por patios no olvidados, aulas nunca desalojadas del todo, profesores de todas las estirpes, amigos grabados a fuego lento en ese corazón que atesora los buenos momentos. Seremos de nuevo lo que fuimos sin dejar de ser lo que somos y viceversa.

Dice el viejo adagio que a lo que te marca siempre vuelves. Y nosotros volvemos ahora a ser aquellos compis de pupitre dejando atrás problemas y sinsabores para mirar con ojos inocentes, como entonces, el camino que nos tocó, nos toca y nos seguirá tocando recorrer.

La vieja promoción XVII, crisol de viejas glorias maristas, se apresta a cruzar de nuevo el puente ondeando su bandera. Quién sabe qué propuestas, ideas y soluciones traerá bajo el brazo. La realidad puede beber de la nostalgia para empujarse hacia adelante. ¿Dije “beber”? ¡Cielos!, nos han descubierto. Sí, bueno, vale, algunas gotas de alcohol ornarán el encuentro…

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