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Mi buhardilla. Palabras, reflexiones, sentimientos...

Con A de Amor: "El escalofrío de lo furtivo" (San Valentín 2012)

Con A de Amor: "El escalofrío de lo furtivo" (San Valentín 2012)

 

Desde aquel lejano 1.999 –otro siglo, otro milenio- en que comencé a colaborar en estas páginas del diario JAÉN, nunca había coincidido la fecha de mi columna con el día que hoy celebramos: San Valentín. O, al menos, no recuerdo tal circunstancia.

Pido perdón pero no puedo dejar pasar semejante efeméride. Hoy no empaparé la tinta fresca con aromas de Rajoy, Rubalcaba o el juez Garzón. No hablaré de crisis económica, pinceladas de cine, alcaldadas jaeneras, tranvías varados o  problemas de enseñanzas y educaciones varias.  No. Mis dedos teclean hoy en busca de una letra que tiene forma de montaña cuando es mayúscula. Y mayúsculo es el significado de la palabra que hoy aparecerá en todos los anuncios de restaurantes, grandes almacenes, marquesinas, “tedetés” y cuñas radiofónicas. La letra es la A. Y la palabra es, naturalmente, AMOR. 

 No entraremos en la consumista cadencia que tiñe este vocablo, que no al sentimiento. No pisotearemos la memoria del cura Valentín en la Roma de Claudio dejándonos llevar por la dulce y empalagosa postal que representa siempre, corazón en ristre, el típico tópico del 14 de febrero. Tampoco pasearemos por el elegante recurso del regalo gourmet o la joya diamantífera que, aseguran, plasma para siempre la conmoción de una mirada cómplice. No. Vamos a dejarnos llevar por la ternura, por la carne de gallina, por la pinza en la boca del estómago aireada por cientos de mariposas etéreas e inasequibles, por el apasionado contacto del húmedo labio que transmite el titiritero escalofrío de lo furtivo. Dejemos que el amor se despoje de todo, incluso de su nombre. Y dediquémonos también nosotros al bello arte de saquear cualquier rincón externo e interno de este cuerpo que se nos escapa, aligerándolo de cargas estériles y atavíos inútiles. Sintamos el desnudo placer de advertir frente a nosotros, pupila adelante, otro mundo ajeno que también es nuestro. ¿No dijo el clásico  que el amor es un espejo en el que quizá somos un reflejo del ojo de la amada?

Amor empieza con “A”, pico nevado presagio de audaces cordilleras. Hay que escalar su cima para poder ver el horizonte del futuro. Hay que prestar nuestro calor a la nieve perdida en la cumbre para después volar hacia las nubes.

 Han querido los hados que mis amores, así, en plural, también comienzan y terminan por la misma letra: Ana, Alba. Solo tienen esa vocal entresacada: el final y el principio se entremezclan y no necesito bajar de las alturas a las que transportan. Cuando la vida y el amor van de la mano ansiamos que un momento termine por el mero placer de disfrutar con el siguiente. Hay un motor que empuja, una luz que guía, una sonrisa que ilumina, una mano que ayuda.  ¡Cuántas razones tiene el alfabeto para empezar por “A”!

 

1 comentario

Manuel Licerán Sánchez -

Bueno, Pedro. Antes que nada felicidades por eso dos AMORES tan grandes que tienes y que gracias a Dios te quieren, te cuidan y no dudes que siempre están pensando en tí. Yo también a mi manera te tengo en mi pensamiento como gran AMIGO. Ya sabes como te decía en un correo particular que después de la familia y el cariño que de ella se recibe ocupa un lugar preferente la AMISTAD, también palabra que empieza con A y que en muchas ocasiones contribuye a alegrarnos también la vida con el contacto directo o indirecto, acordándose de nosotros y siendo también un aliento de esperanza que nos sopla de vez en cuando. Ya sabes, que disfrutes de ese día de SAN VALENTÍN, que aunque no suponga una excepción en la vida, siempre supone un pequeño empujoncito que nos motiva y es ocasión de algún que otro detalle que siempre nos da satisfacción, alegría y felicidad. Feliz día de SAN VALENTÍN, y mi enhorabuena por este artículo. Ya sabes que yo no me prodigo en ese magnífico dominio de la lengua como tú, pero valga mi más sincera felicitación desde el aprecio que te tengo para desearos que seais muy felices.
Un fuerte abrazo.
Manolo.